AAAAARGH!
Este fue el primer juego que probé del Amiga 500. No hace falta decir que aquel joven friki se quedo muy impresionado: dos monstruos (un dragón y un cíclope con un razonable parecido al cíclope de Harrihausen, aquí al lado) compiten por encontrar unos huevos por diferentes escenarios. Años más tarde, me enteré de que el argumento era bastante retorcido porque los huevos pertenecían a otro dragón y no se qué duende quería robarlos y resulta que los escenarios (desde el antiguo Egipto hasta un volcán) estaban todos en la misma isla y no se qué movidas más pero a nadie le ha importado jamás.
El jugador controla uno de los dos monstruos que deben destruir edificios para encontrar huevos. Cuando lo encontrabas, tenías una fase de zumbarte con el otro monstruo para ver quién se lo quedaba. En la versión arcade se podían dos jugadores simultáneamente, mientras que en los ordenadores domésticos solo podía jugar un jugador a la vez, lo que era una murga.
El juego era considerablemente fácil para la época. Las fases de lucha entre monstruos tenían truco (simplemente pegando todo el rato sin moverte, el otro monstruo venía hacia tu puño como un tonto) y la vida era acumulativa y no tenía límite: podías comer toda la gente que quisieras (había infinita) porque a partir de cierto punto ya no te podían matar.
Como detalle original, los monstruos tenían aliento de llamas y podían prenderle fuego a los edificios que iban incendiándose por sí solos hasta derrumbarse.