En 1990, Sega buscaba desesperadamente hacerse un hueco en el mercado de las videoconsolas de 16 bits con su Mega-Drive. No lo tenían fácil frente a Nintendo: la Mega-Drive no la conocía ni el tato. A pesar de los esfuerzos difamatorios de Sega (como aquel slogan de "Genesis (Mega-Drive para nosotros) does what Nintendon't" colaborando con deportistas y famosos para crear juegos, Nintendo era imbatible.
Hacía falta un héroe...